jueves, 4 de abril de 2013

Sueño / Realidad



Esa noche Christian no pudo dormir. Había tenido un largo día de trabajo repartido entre cigarrillos, periódicos de ayer y cientos de kilómetros acumulados por viajar a toda velocidad por la InterState 75, la principal autopista del Condado de BritchTown, un alejado pueblo al sureste de Miami y donde yace su nueva morada desde hace apenas dos meses.
Una vez más la sensación del vacío explotó desde sus adentros en medio de un sueño muy extraño, haciéndolo sentir totalmente dominado por una energía fantasma y tenebrosa que parecía invadir su atmósfera más íntima, despojándolo de cualquier posibilidad de abrir los ojos para escapar de aquella situación incontrolable. Su cuerpo palpitaba por dentro como efecto de la agitación que se iba expandiendo dentro de ese mundo inconsciente del cual no podía despertar.
A pies de un bosque inmenso y rodeado por tiniebla, Christian levanta la mirada para buscar la luz solar y encontrar una fuerza amiga que lo guíe por el oscuro sendero, un suelo lleno de hojas muertas, tan tiesas y puntiagudas como vidrios rotos depositados deliberadamente para causar dolor al que deambule sin rumbo por estos lares.
Sin entender por qué está descalzo se decide a emprender rumbo, frunce el ceño, se arma de valor y vence su miedo al dolor pisando las hojas de apariencia cortopunzante pero que  causan solo cosquillas en la planta de los pies pues se hacen polvo apenas las toca. “Nada es lo que aparenta” -dice- y la confianza perdida, con apariencia de un rayo de sol penetrando la selva, lo encuentra y lo calienta internamente.
Siguiendo el eco de una voz que le resulta familiar, a Christian lo invade una pena que lo frena, que lo hace dudar, que lo  limita. “No tiene ningún sentido esto” piensa en voz alta y se deja llevar por una fuerza sobrenatural que lo recuesta sobre las fornidas raíces de un árbol amigo. “Déjame dormir a tus pies y calma esta angustia que me recorre y me roba la motivación de volver a mi lugar con mis queridos”. El gigante de madera lo envuelve en sus brazos, lo pone de pie y le dice “este no es tu final” y le da a Christian el impulso necesario para no perder la fe, ni el rumbo.
Al darse cuenta que el pantano al que había llegado lo cubría por completo pensó en dejar de andar, dejarse seducir por el cansancio, dejar de combatir. “Muchos son los obstáculos, muchos los contra y poca la ayuda y nada de motivación”, puntualizó. Se empezó a hundir como si estuviera en arenas movedizas, las aguas lodosas le cubrieron las piernas, luego llegó a la cintura, luego al pecho, cerró los ojos botando el último aliento para sumergirse y no retornar más. Un brazo llega, lo coge por los hombros, lo impulsa hacia la superficie y escucha: “¡Vamos! es hora de levantarte y seguir conquistando el mundo”. Era su hermano que, sin saber, lo salvaba una vez más.

1 comentarios:

Mayo dijo...

Me encanta esos secretos que hay entre hermanos que siempre han sido tan amigos que se hablan de corazon a corazon, sin necesidad de palabras. Es un orgullo ser tu madre!!:)

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