viernes, 12 de septiembre de 2014

Comunicación No Verbal



Comunicarse con una persona exclusivamente con los ojos no es muy común de experimentar, y justamente por lo mismo, es algo realmente grandioso. Es saber qué está pensando esa otra persona cuando cruzan miradas. El feedback del mensaje enviado y codificado retorna por el mismo canal y de la misma manera,  sensorialmente. El nivel de entendimiento de ambas personas es cuasi absoluto en la mayoría de casos y situaciones.
Mi hermano Christiano es un ejemplo, juntos resolvemos problemas sin emitir  palabra alguna. Miradas certeras y un timing perfecto da solución a situaciones incómodas o de tensión o de policías y aeropuertos. Sin importar el idioma que se hable salimos ganadores.
“El fede”, más que primo, hermano. Compañero de aventuras, socio cósmico silencioso, cómplice infaltable de escritos, frases y cuentos fantásticos. Llegar a un acuerdo solo con miradas fugaces es un hobbie que practicamos seguido, acompañados de un piano vecino que colma de música cada ocasión.
K. Prima, hermana, amiga y enlazadora de mundos. Juntos tenemos una capacidad exquisita para intuir lo que sucede a nuestro alrededor. Donde nos encontremos, bastan unos instantes para decidir si nos vamos a ningún otro lugar y resolvemos el apuro con vino o con vino nos vamos de este ningún lugar.
En algún buen momento una chica empieza a caminar de la mano conmigo y confirma mi posición: “Mirar en vez de hablar va mucho mejor”. Con ella la comunicación con gestos, muecas, bailoteo de ojos y algunos “sube y baja” de cejas es precisa, la misma que con mis tres anteriores aliados. Yo dije: “Esto es lo que he estado buscando”.
Porque el destino quería cosas más grandes para ambos, separamos rumbos. Un instante después yo acudo por los consejos de la infinita tristeza.
Yo: Tristeza, tú, infinita continua, inclina mi camino cuesta arriba, más de lo acostumbrado, ¿quieres?
Tristeza: ¿Cual Marcahuasi estaría bien?
Yo: Perfecto.
Tristeza: Qué placer verte de nuevo.
Y yo me dediqué a subir los cerros a pie y con lluvias y de noche (como alguna vez lo hice. No es recomendable). Tiempo, vasos de alcohol, personas conocidas y por conocer ayudan a equilibrar el andar y el cerro se vuelve estepa.
Entonces, encontré “sin querer” una palabra poderosa que cobraba significado de repente. Acostumbrada a pasar fugaz no la tuve presente hasta el momento de esa extraña e intangible estabilidad. Algo significativo acababa de hallar. Pero, qué genio, no era esa comunicación silenciosa, esquiva a la mayoría en lo que había depositado mis esfuerzos, NO.
Equilibrio: ¿Cómo se llama esta historia?
Yo: Perder el tiempo, segunda parte.
Equilibrio: No es tiempo perdido si obtienes un encuentro merecido.
Yo: ¿Es así?
Equilibrio: Tal cual, Miguel. Mucho gusto.
      Yo: Bienvenido.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Con la tecnología de Blogger.