Crítica
Quisiera
vivir en zacatecas unos días. Quisiera despepsicocacolizarme y alejarme un poco
de los extranjerismos y los carteles luminosos.
Mi ciudad
también necesita despepsicocacolizarse, la gente se sigue copiando de los
yankis, se sigue copiando de todo el mundo. Por eso envidio que aquí en el Perú
no tengamos a un Federico Sescosse, pues a esta ciudad también le hace falta una
cruzada estética que defienda al español y revalore la importancia del quechua.
Aquí la
gente se
avergüenza de
saber quechua cuando bien podría sentirse orgulloso de saber y conocer su
propia historia, sus antepasados y todas esas fachadas de piedra tan hermosas
que todavía se ven al interior de las ciudades. Incluso en la capital, pero ya
no como antes. Cada vez son más los letreros de aluminio y en vez de
peluquerías tenemos “Miguel Angel Coiffiure” o “Body Spa” o demás tonteras.
En lugar
de hablar mal el inglés o escribirlo sin saber bien su significado preferiría
que todos los peruanos sepamos hablar bien el español. Que sepamos escribirlo,
pronunciarlo y lo admiremos.
Así como
admiro a Gabriel garcía Márquez por ejemplo. Una admiración así de gigantesca
hace falta hacia lo que es nuestro, hacia lo que heredamos por nuestros
antepasados , hacia nuestra historia de héroes y derrotas. Hay demasiadas cosas
para admirar en este nuestro lugar. Demasiada cultura y demasiados incultos.
Demasiados problemas para el aprendizaje y, en su mayoría, mala enseñanza a
nivel nacional.
Ésta
debería dejar de ser un negocio, ser gratuita (o casi) y excelente en todo
rincón del país.
Aunque la
propuesta del autor colombiano y premio Nóbel de literatura me parece
interesante y serviría mucho para agilizar el aprendizaje de las letras, las
palabras, y el habla también sería un aprendizaje incompleto pues le haría
falta una segunda parte que lo complemente y le permita leer toda la literatura
hispanoamericana que ha sido escrita en el español que todos, o casi todos,
conocemos.
Además la
escritura jamás sería la misma. Gabriel garcía Márquez quizá no sufra muchos
cambios, pero qué sucede si nos llamamos Héctor. Nos dirían Ektor, Egtor o qué?
Por un
lado preferiría leer antes un libro de García Márquez escrito con este nuevo
alfabeto que él quiera compartir con todo el mundo. Aunque he escuchado que ya
no quiere publicar más. Entonces sea tan sólo una más de sus creaciones, como
dice Álvaro Mutis “… muy típico de él pretender una libertad imposible”.
Aunque
por otro lado quizá sí tenga mucha razón. Quizá sí pueda simplificar las reglas
del lenguaje español. Sobre todo por las bolsas altas de analfabetismo y las
dificultades de los niños para aprender las normas ortográficas. Por los
estudios de investigación que ha seguido Raúl Ávila en México sí me animaría en
apoyarlo, pues también es muy importante dedicarle más tiempo a la redacción
que a las distintas formas que tenemos para expresarnos. Quizá después puedan
enseñarles el resto de las letras (una segunda fase complementaria), sobre todo
para que no dejen de leer todas esas obras literarias del español que hablamos
todos los días.
El
alfabeto internacional que propone Ávila es una solución atractiva que facilitaría
la enseñanza de la lectura y escritura, como opina el Italiano y Mexicano
Gutierre Tibón. Pero luego se tornaría en un problema de tiempo, costumbre,
adaptación, etc.
Sería un
experimento alterno que no sabría si animarme a probar. Quizá sí en algunas
partes del mundo, donde haya más analfabetismo y menos literatura. Donde haya
más necesidad de aprender a hablar y leer.
Como dice
José Antonio Millán, también es una situación de cariño. “Humor, hermano,
hortensia”. No se… en algunos caso la hache es como una madre o una hermana
entre el resto de las letras, nadie las puede tocar, todos la respetan y han
aprendido a quererla.
Como dice
el poeta Octavio Paz “Si queremos saber a dónde vamos, hay que saber de dónde
venimos”. Tampoco podría despedirme para siempre de la letra “h”.
GRACIAS LUIS
0 comentarios:
Publicar un comentario